
El fin de semana pasada, con los Duros del Remo, habíamos acordado hacer una travesía de 70 km al Barca pero algunos contratiempos iban cambiando nuestro propósito.
Algunos se bajaron antes de la salida y a la mañana en la rampa del TBC quedamos solo cinco caballeros de la pantorrilla engrasada, como bien lo describe bien Santiago : el mismo Santiago, Gaby, Sergio y Natalia, y yo (Tom).
Cuando uno hace una travesía de unos 50 kilómetros o más, es importante salir temprano, más en invierno, y tener el bote preparado el día antes pero parece que sábado todo conspiraba para que saliéramos tarde.

Santiago tuvo que ir a ver una obra a la mañana, yo tuve que llevar a mi hija, Gaby y Natalia fueron de compras, tuvimos que poner la
ballenera... la cuestión era que apenas a las 11.30 estabamos en la
rampa, todavía tomando mate y comiendo facturas (av. Italia al lado de Zi Teresa, altamente recomendable). No ibamos a llegar al Barca así que el plan B fue ir hasta el Paraná y volver.
Salimos con un doble par con timonel (el también altamente recomendable E5) y un par con timonel (el muy noble G 16) Es que el TBC tiene buenos botes, pocos pero buenos. Fuimos por el Luján, Carapachay, el Espera al 200 (donde nos prestaron una casa y dejamos las cosas para la noche), seguimos por el Espera (que lindo ese río) y bajamos al 300 (Pehuén?) para comer una picada tandileña con quilmes.
Era un día de primavera en pleno invierno, asi que sentado en el pasto nos tuvimos que poner protector solar. Seguimos por el alto Espera, hasta pasando el Canal Ocho, este se convierte en el Cruz Colorada que llega hasta el Paraná.
En el camino no pudimos dejar de competir un poco y aquí en este video se puede observar como el doble par (E5) se va acercando al Par simple (G 16) pero con una maniobra magistral (según algunos) o con "una guachada" (según otros) se evitó que ganara el E5.
¡Luego llegamos al hermoso Paraná!
Con la corriente a favor volamos hasta el Banco, bajamos este
hasta llegar hasta el Toro, Torito (poca agua) y otra vez entramos en
el Espera. Ya en la oscuridad, tipo 19.00 hrs.
hasta llegar hasta el Toro, Torito (poca agua) y otra vez entramos en
el Espera. Ya en la oscuridad, tipo 19.00 hrs.
Grande, con galería, agua caliente, cocina, salamandra. Había un horno de barro incluso como le dije a Sergio, "dejas a un argentino solo por 15 minutos y empieza hacer un asado". Y ni bien había dejado mi bolsa en el living, me había cambiado y vi que Sergio habia encontrado unos alambres y unas piedras y con eso
había armado un fuego y una parrillita, chica pero funcional donde
cabían las cantidades exorbitantes de carne que habían comprado
Natalia y Gaby.
había armado un fuego y una parrillita, chica pero funcional donde
cabían las cantidades exorbitantes de carne que habían comprado
Natalia y Gaby.
O sea, para cinco cuarentones, no exactamente en pleno proceso de crecimiento óseo o muscular, habían dos kilos de asado, 6 chorizos, una rueda de morcilla, un vacío y una colita de cuadril. ¿Me
preguntaba si venían más invitados durante la noche? pero no, la idea era que nosotros comíamos todo esto. Claro, con pan, morrones, mostaza, vino.
preguntaba si venían más invitados durante la noche? pero no, la idea era que nosotros comíamos todo esto. Claro, con pan, morrones, mostaza, vino.
Tres horas más tarde, estabamos resoplando en la mesa como el lobo de los tres chanchitos, haciendo lugar en el estómago para el vacío que tardaba más para cocinarse pero que en este momento ya debería ser una manteca o - como dijo Sergio - estaba "caminando". Y de hecho, sí. Parecía que a la carne le había crecido patas y había agarrado viaje. Ya no estaba más sobre la parrilla. En cambio, en la galería Sergio se topó con un perro, de raza desconocida, pero de gran tamaño y una cola que se movía diciéndo: ¡Dáme más!

Uno se puede enojar con el pobre animal, pero ¿que había hecho usted en su lugar? Un perro isleño con hambre, su olfato tentado desde 700 metros por el olor de un suculento pedazo de vacío, arriba de unas brasas casi apagadas. Le dimos todos los huesos de lo que quedaba y desde entonces Vacío se hizo nuestro amigo. Estaba presente en la mañana en el muelle, cuando
tomamos mate con galletas en el sol.
tomamos mate con galletas en el sol.
Resultó muy linda la salida porque no era tan pesada, descansamos y nos fuimos conociendo mejor. A la vuelta, cambiamos botes, para probarlos y hacer una pequeña carrera entre nosotros.
Llegamos al club a las 15.00 donde comimos en el quincho. Un espagueti mediterránea de Claudio, con abundante cerveza.
¡Larga vida al remo en el Tigre!